Zacatecas, Zac.- Olores a flores de cempasúchil, rostros donde se refleja la muerte y la mirada refleja la ceremonia del respeto a la muerte.
Ceremonioso, a bordo de su corcel viaja el charro negro, ese que las leyendas cuentan a montones paseando por las calles de cantera con corazón de plata para el delirio y disfrute de los miles de testigos que se arremolinan en la Avenida Hidalgo, Juárez, González ortega para ver el largo cortejo fúnebre más largo y que el tiempo detiene una vez al año.
Ese cortejo que las y los zacatecanos y extraños que hacen suyo por la tradición de rendir culto a la muerte.
Michoacán es el invitado para que se una a las ceremonias que los de la tierra, hacen “a la huesuda” para rendirle honores con huapangos y acorde de guitarra.
Miguel León-Portilla reflexiona sobre la opinión que tenían los antiguos mexicanos de la muerte, un tema recurrente en su poesía.
Así como no existe un autor determinado de la canción “La Llorona”, y que se trata de una melodía popular mexicana que se originó en la región del istmo de Tehuantepec, en Oaxaca.
Curras y catrinas se dieron el lujo de pasear por las principales calles de esta ciudad.
México, el único país que le rinde tributo a la muerte en el mes de noviembre.
Fue el hidrocálido José Guadalupe Posadas quien inmortalizó a la catrina para México y para el mundo entero y esta tarde noche, camino por estas calles.