DE REGRESO
Por: Ing. Salvador del Hoyo
Antes que nada quiero agradecer a mis amigos que cuentan con sus portales de internet (todos con un lugar preponderante dentro de esta gran plataforma digital) por aceptar de nueva cuenta mis artículos; la idea fundamental es aportar con textos de reflexión y que dejen algo positivo a nuestros lectores.
Para mí es, ha sido y siempre será fundamental una frase que tiene mucho de profundidad: “Es mejor construir, que destruir”. En estos tiempos tan convulsos y ante situaciones que jamás hubiésemos imaginado, principalmente por los altos niveles de violencia que vive el país y, por supuesto nuestra entidad, estamos obligados a contribuir para que la situación mejore.
No puedo entender cómo existen ciudadanos que “festejan” que al gobierno no le salgan las cosas en el combate contra la inseguridad; es importante señalar que los esfuerzos se realizan. Hasta el momento no se han tenido los resultados esperados, pero hemos observado cómo todos los niveles de gobierno trabajan en ello.
Algunos dicen que hace falta estrategia, otros que es insuficiente la inversión en equipamiento, armas, más efectivos, etc. Cuando se politiza el tema de la seguridad todos tienen algo que decir pero, sobre todo, cuestionan la labor de las autoridades. Este problema nos ha alcanzado a todos y tenemos que hacer algo para que las condiciones sean las más adecuadas para seguir adelante.
Todos los ciudadanos sabemos que el problema viene de mucho tiempo atrás. Son varios los factores que han desencadenado este grave problema que afecta a nuestra sociedad, desde la pérdida de valores en el seno familiar (prevención), hasta la falta de más y mejor trabajo de contención.
Por cierto, para algunos con la polémica Ley de Seguridad Interior, el Presidente de la República podrá ordenar la intervención de las fuerzas armadas el algún punto del país, cuando se identifiquen “amenazas a la seguridad interior” y las capacidades de las fuerzas federales o locales resulten insuficientes para hacer frente a la “amenaza”.
Ante este tema, debemos reconocer que las policías de todos los niveles han quedado rebasadas ante el embate del crimen organizado. Quienes han estado combatiendo a estos grupos criminales han sido, precisamente, los elementos castrenses. Gracias a ellos se ha tenido un poco más de “control” aunque, en ocasiones, han sido muy cuestionados.
Grupos de derechos humanos, ONGS nacionales e internaciones, partidos políticos de oposición y otras agrupaciones en favor de la paz rechazan esta nueva ley (que, por cierto, ya está en la cancha del Senado de la República). Aducen que el Ejército no debe intervenir en materia de seguridad pública y que sus funciones deben ser única y exclusivamente para preservar la gobernabilidad del país.
Otro cuestionamiento es que se oponen a que, con esta nueva ley, las autoridades federales, estatales y municipales evadirán sus responsabilidades en materia de seguridad pública. Además se teme que los soldados podrán intervenir en las manifestaciones y protestas que, comunmente, realizan grupos inconformes y habría represión.
Aseguran que el Gobierno de la República pretende “militarizar” nuestra nación y provocar violaciones de garantías de los ciudadanos. Habrá que ver hasta dónde esta nueva ley sería de beneficio o perjuicio de los mexicanos.
Las ideas…
Ya están surgiendo los precandidatos a contender por un puesto de elección popular. ¿Morena eligió bien la dupla para el Senado? ¿Soledad Luévano y José Narro podrán con el “paquete”? ¿Y Saúl Monreal? Todo indica que la decisión de AMLO es jugar para perder, y de pasada dejan fuera a sus más experimentados cuadros: Luis El Oso Medina y Geovanna Bañuelos (PT).
En el PRI para los cuatro distritos electorales federales se perfilan Carlos Peña (D3), Lyndiana Bugarín (D2), Norma Angélica Castorena (D1) y Roberto Luévano Ruiz (D4).
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