FE Y DEVOCIÓN
Por Salvador del Hoyo Bramasco
Miles de cófrades participaron en Las Morismas de Bracho (edición 199), en honor a San Juan Bautista, unidos en un solo sentimiento de fe y devoción. Fueron cuatro días de actividades intensas, que culminó el día de ayer.
El desfile, por las principales calles de nuestra capital, fue extraordinario. Las columnas de los participantes dieron color y emotividad. Mujeres y hombres, de todas las edades, caminaron por más de dos horas, bajo los rayos del intenso sol.
El contingente salió a las 9 de la mañana de las lomas de Bracho y la retaguardia regresó ya pasadas las 12 del mediodía. La vanguardia fue encabezada por un contingente infantil (la tradición sigue pasando de generación en generación).
Cómo cada año, decenas de personas pagaron sus mandas a San Juanito, y las cumplieron cabalmente. Las iniciaron desde el puente que da acceso a Bracho, de rodillas (algunos con niños pequeños sobre sus hombros o espaldas), hasta llegar con su santo patrono.
Fueron duras y dolorosas. Llegaban con sus rodillas muy lastimadas y bastante exhaustos, pero un ejército de paramédicos de la Cruz Roja, los atendían en cuanto concluían la veneracion a la imagen milagrosa.
Mientras tanto en el campo de batallas, los participantes escenificaban los combates entre moros y cristianos. La lucha que representaba la captura, al final, del Rey Moro, por parte de las tropas cristianas, y su posterior decapitación.
El sábado los moros ganaron las batallas, formando el emblema de la media luna y la estrella, en el cerro que está frente a las lomas. Bajaron y comenzaron los combates, venciendo a sus contrincantes.
Ayer domingo, el evento concluyó con la victoria de los cristianos, formando la cruz en el mismo cerro, con la aprehensión y muerte del Rey Moro
Fue una buena organización de la actual mesa directiva, cuyos integrantes ya trabajan, con anticipación, para el bicentenario de las Morismas, el próximo año 2024.
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