¿NARCOTRAFICANTES O INSURGENTES?
Por: Francisco González.
“Brutal ataque del narco en Jalisco. Las acciones se extendieron a Guanajuato, Colima y Michoacán. Siete muertos, incluidos 3 soldados; 19 heridos; bloqueos en 39 vías. Afectados, 29 municipios; queman 15 bancos y 5 gasolineras jalisciences. El gobernador Sandoval reporta 19 detenidos y 3 militares desaparecidos” (La Jornada 2/05/2015). Este fue el resultado de decenas de narcobloqueos que se llevaron a cabo ayer, comenzando por la mañana, en la ciudad de Guadalajara. Aunque la noticia es de por sí preocupante, desde mi punto de vista resulta más urgente analizar la situación que juegan las fuerzas policiaco/militares en este tipo de eventos.
Analistas como Raúl Zibechi, John Saxe-Fernández o Gustavo Esteva, han externado la opinión de que el Capitalismo ha llegado a su fin y que ahora entramos en una nueva etapa de organización social, a la que David Harvey llama “El Nuevo imperialismo” o “Acumulación por desposesión o despojo”: al no poder reproducirse las relaciones sociales capitalistas por factores como el “excedente de trabajo (creciente desempleo) y excedente de capital (expresado como una sobreabundancia de mercancías en el mercado que no pueden venderse sin pérdidas, como capacidad productiva inutilizada, y/o excedentes de capital dinero que carecen de oportunidades de inversión productiva y rentable).”, el capitalismo hace un reajuste “espacio-Temporal”, el cual necesita, para su realización, invariablemente, de toda la ayuda que puedan brindar los Estados, con el uso legítimo de la violencia. Así, en las estructuras policiaco/militares, se elaboran y se aplican tácticas y estrategias, con la finalidad de controlar, reprimir y exterminar a “grupos insurrectos” es decir, a grupos indígenas, campesinos u obreros, que pretendan resistir los embates de esta nueva ola de violencia que representa la acumulación por despojo. Para poner ejemplos locales, basta con voltear a ver Salaverna, Peñasquito o El Coronel, minas cuyas empresas transnacionales se han aliado con las fuerzas militares y federales para implementar el despojo.
Es necesario mencionar que todas estas estrategias vienen del decadente imperio norte: el congreso de estados unidos ha aprobado una estrategia general, con vistas al 2060 (Campo de Guerra, Sergio González Rodríguez), en la que obviamente el ejército tiene función específica: generar la violencia en territorios ajenos y después imponer la paz. Queremos decir con esto, que el instrumento que utilizan los explotadores para perpetuarse, son las estructuras de seguridad nacional del odioso estado del norte (sin su elemento población, claro).
Los narcobloqueos de ayer, quizá ya no sean tan sólo una expresión del narcotráfico encarando y retando al Estado, sino el asomo de una guerrilla urbana o de algún otro tipo de organización insurrecta.
Cabe aclarar que los bloqueos son tácticas militares nada despreciables: si son violentos, como los de ayer, ocasionan caos y miedo en la población; si son pacíficos, ocasionan la sensación de certeza y tranquilidad, pero junto con ella aquellas de represión y miedo. Ambos tipos de bloqueo proporcionan cierto orden a quienes los realizan: dan la oportunidad de predecir las acciones del enemigo y de actuar de manera rápida y eficaz ante un evento imprevisto. Cuestión que saben muy bien aquellos que diseñan las estrategias de seguridad pública y seguridad nacional.
Ejemplos claros de bloqueos pacíficos son aquellos que se han venido implementado en Zacatecas desde que llegó el presente gobierno, cuyo diseñador de las estrategias de seguridad, es un general retirado del ejército mexicano: festivales todo el año (que implican bloqueos), realización de obra pública en zonas de tráfico denso (que implica bloqueos) y las infraestructuras en las carreteras, en las que nos encontramos con policías estatales, federales y militares (que implica bloqueo). A nivel Nacional/Rural, un ejemplo claro será la Gendarmería.
Después de los narcobloqueos de ayer, las reacciones no se hicieron esperar: el ejército nacional realizó un evento en el teatro calderón (quizá lo realizó en todos los estados por órdenes de gobernación), desplegando con ello a elementos en activo y a los conscriptos (jóvenes de 18 años que realizan su servicio militar); operativo de disuasión o “preventivo” realizado en un contexto de quincena y puente. Es decir, el Estado dice que nos cuida, a nosotros y a los turistas que nos visitan, con un bloqueo; bloqueo pacífico, que crea la sensación de certeza y tranquilidad, pero también la de represión y de miedo.
Puede ser que estas palabras no sean más que meras especulaciones. Pero mi objetivo es traer a colación un debate urgente, en el que los actores sociales zacatecanos participen, es decir, todos y todas.
La Universidad Autónoma de Zacatecas está obligada a proponerlo en todos los ámbitos de enseñanza, de investigación y de extensión. La universidad tiene ante sí un reto enorme y tiene que demostrar que está a la altura de las circunstancias.
Desde este espacio hacemos un llamado (y, ojo, no como vanguardia) al diálogo. Este espacio está a sus órdenes. Pero recuperemos otros: las aulas, las calles, los centros laborales, el campo, el camión, las plazas. Las redes sociales no bastan, deshumanizan el diálogo y son parte de la red de control y dominación.
Con la esperanza puesta en un hilito, hablamos pronto.
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