Liberado Fernando González tras cumplir injusta condena
Frente a una cárcel que nunca más pisará Fernando
Quizás el imperio creyó que nuestro pueblo no haría honor a su palabra cuando, en días inciertos del pasado siglo, afirmamos que si incluso la URSS desaparecía Cuba seguiría luchando.
La Segunda Guerra Mundial estalló cuando, el 1ro. de septiembre de 1939, el nazi-fascismo invadió Polonia y cayó como un rayo sobre el pueblo heroico de la URSS, que aportó 27 millones de vidas para preservar a la humanidad de aquella brutal matanza que puso fin a la vida de más de 50 millones de personas.
La guerra es, por otro lado, la única actividad a lo largo de la historia que el género humano nunca ha sido capaz de evitar; lo que llevó a Einstein a responder que no sabía cómo sería la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta sería con palos y piedras.
Sumados los medios disponibles por las dos más poderosas potencias, Estados Unidos y Rusia, disponen de más de 20 000 —veinte mil— ojivas nucleares. La humanidad debiera conocer bien que, tres días después de la asunción de John F. Kennedy a la presidencia de su país, el 20 de enero de 1961, un bombardero B-52 de Estados Unidos, en vuelo de rutina, que transportaba dos bombas atómicas con una capacidad destructiva 260 veces superior a la utilizada en Hiroshima, sufrió un accidente que precipitó el aparato hacia tierra. En tales casos, equipos automáticos sofisticados aplican medidas que impiden el estallido de las bombas. La primera cayó a tierra sin riesgo alguno; la segunda, de los 4 mecanismos, tres fallaron, y el cuarto, en estado crítico, apenas funcionó; la bomba por puro azar no estalló.
Ningún acontecimiento presente o pasado que yo recuerde o haya oído mencionar, como la muerte de Mandela, impactó tanto a la opinión pública mundial; y no por sus riquezas, sino por la calidad humana y la nobleza de sus sentimientos e ideas.
A lo largo de la historia, hasta hace apenas un siglo y medio y antes de que las máquinas y robots, a un costo mínimo de energías, se ocuparan de nuestras modestas tareas, no existían ninguno de los fenómenos que hoy conmueven a la humanidad y rigen inexorablemente a cada una de las personas: hombres o mujeres, niños y ancianos, jóvenes y adultos, agricultores y obreros fabriles, manuales o intelectuales. La tendencia dominante es la de instalarse en las ciudades, donde la creación de empleos, transporte y condiciones elementales de vida, demandan enormes inversiones en detrimento de la producción alimentaria y otras formas de vida más razonables.
Tres potencias han hecho descender artefactos en la Luna de nuestro planeta. El mismo día en que Nelson Mandela, envuelto en la bandera de su patria, fue inhumado en el patio de la humilde casa donde nació hace 95 años, un módulo sofisticado de la República Popular China descendía en un espacio iluminado de nuestra Luna. La coincidencia de ambos hechos fue absolutamente casual.
Millones de científicos investigan materias y radiaciones en la Tierra y el espacio; por ellos se conoce que Titán, una de las lunas de Saturno, acumuló 40 —cuarenta— veces más petróleo que el existente en nuestro planeta cuando comenzó la explotación de este hace apenas 125 años, y al ritmo actual de consumo durará apenas un siglo más.
Los fraternales sentimientos de hermandad profunda entre el pueblo cubano y la patria de Nelson Mandela nacieron de un hecho que ni siquiera ha sido mencionado, y de lo cual no habíamos dicho una palabra a lo largo de muchos años; Mandela, porque era un apóstol de la paz y no deseaba lastimar a nadie. Cuba, porque jamás realizó acción alguna en busca de gloria o prestigio.
Cuando la Revolución triunfó en Cuba fuimos solidarios con las colonias portuguesas en África, desde los primeros años; los Movimientos de Liberación en ese continente ponían en jaque al colonialismo y el imperialismo, luego de la Segunda Guerra Mundial y la liberación de la República Popular China —el país más poblado del mundo—, tras el triunfo glorioso de la Revolución Socialista Rusa.
Las revoluciones sociales conmovían los cimientos del viejo orden. Los pobladores del planeta, en 1960, alcanzaban ya los 3 mil millones de habitantes. Parejamente creció el poder de las grandes empresas transnacionales, casi todas en manos de Estados Unidos, cuya moneda, apoyada en el monopolio del oro y la industria intacta por la lejanía de los frentes de batalla, se hizo dueña de la economía mundial. Richard Nixon derogó unilateralmente el respaldo de su moneda en oro, y las empresas de su país se apoderaron de los principales recursos y materias primas del planeta, que adquirieron con papeles.
Hasta aquí no hay nada que no se conozca.
Pero, ¿por qué se pretende ocultar que el régimen del Apartheid, que tanto hizo sufrir al África e indignó a la inmensa mayoría de las naciones del mundo, era fruto de la Europa colonial y fue convertido en potencia nuclear por Estados Unidos e Israel, lo cual Cuba, un país que apoyaba las colonias portuguesas en África que luchaban por su independencia, condenó abiertamente?
Nuestro pueblo, que había sido cedido por España a Estados Unidos tras la heroica lucha durante más de 30 años, nunca se resignó al régimen esclavista que le impusieron durante casi 500 años.
De Namibia, ocupada por Sudáfrica, partieron en 1975 las tropas racistas apoyadas por tanques ligeros con cañones de 90 milímetros que penetraron más de mil kilómetros hasta las proximidades de Luanda, donde un Batallón de Tropas Especiales cubanas —enviadas por aire— y varias tripulaciones también cubanas de tanques soviéticos que estaban allí sin personal, las pudo contener. Eso ocurrió en noviembre de 1975, 13 años antes de la Batalla de Cuito Cuanavale.
Ya dije que nada hacíamos en busca de prestigio o beneficio alguno. Pero constituye un hecho muy real que Mandela fue un hombre íntegro, revolucionario profundo y radicalmente socialista, que con gran estoicismo soportó 27 años de encarcelamiento solitario. Yo no dejaba de admirar su honradez, su modestia y su enorme mérito.
Cuba cumplía sus deberes internacionalistas rigurosamente. Defendía puntos claves y entrenaba cada año a miles de combatientes angolanos en el manejo de las armas. La URSS suministraba el armamento. Sin embargo, en aquella época la idea del asesor principal por parte de los suministradores del equipo militar no la compartíamos. Miles de angolanos jóvenes y saludables ingresaban constantemente en las unidades de su incipiente ejército. El asesor principal no era, sin embargo, un Zhúkov, Rokossovski, Malinovsky u otros muchos que llenaron de gloria la estrategia militar soviética. Su idea obsesiva era enviar brigadas angolanas con las mejores armas al territorio donde supuestamente residía el gobierno tribal de Savimbi, un mercenario al servicio de Estados Unidos y Sudáfrica, que era como enviar las fuerzas que combatían en Stalingrado a la frontera de la España falangista que había enviado más de cien mil soldados a luchar contra la URSS. Ese año se estaba produciendo una operación de ese tipo.
El enemigo avanzaba tras las fuerzas de varias brigadas angolanas, golpeadas en las proximidades del objetivo adonde eran enviadas, a 1 500 kilómetros aproximadamente de Luanda. De allí venían perseguidas por las fuerzas sudafricanas en dirección a Cuito Cuanavale, antigua base militar de la OTAN, a unos 100 kilómetros de la primera Brigada de Tanques cubana.
En ese instante crítico el Presidente de Angola solicitó el apoyo de las tropas cubanas. El Jefe de nuestras fuerzas en el Sur, General Leopoldo Cintra Frías, nos comunicó la solicitud, algo que solía ser habitual. Nuestra respuesta firme fue que prestaríamos ese apoyo si todas las fuerzas y equipos angolanos de ese frente se subordinaban al mando cubano en el Sur de Angola. Todo el mundo comprendía que nuestra solicitud era un requisito para convertir la antigua base en el campo ideal para golpear a las fuerzas racistas de Sudáfrica.
En menos de 24 horas llegó de Angola la respuesta positiva.
Se decidió el envío inmediato de una Brigada de Tanques cubana hacia ese punto. Varias más estaban en la misma línea hacia el Oeste. El obstáculo principal era el fango y la humedad de la tierra en época de lluvia, que había que revisar metro a metro contra minas antipersonales. A Cuito, fue enviado igualmente el personal para operar los tanques sin tripulación y los cañones que carecían de ellas.
La base estaba separada del territorio que se ubica al Este por el caudaloso y rápido río Cuito, sobre el que se sostenía un sólido puente. El ejército racista lo atacaba desesperadamente; un avión teleguiado repleto de explosivos lograron impactarlo sobre el puente e inutilizarlo. A los tanques angolanos en retirada que podían moverse se les cruzó por un punto más al Norte. Los que no estaban en condiciones adecuadas fueron enterrados, con sus armas apuntando hacia el Este; una densa faja de minas antipersonales y antitanques convirtieron la línea en una mortal trampa al otro lado del río. Cuando las fuerzas racistas reiniciaron el avance y chocaron contra aquella muralla, todas las piezas de artillería y los tanques de las brigadas revolucionarias disparaban desde sus puntos de ubicación en la zona de Cuito.
Un papel especial se reservó para los cazas Mig-23 que, a velocidad cercana a mil kilómetros por hora y a 100 —cien— metros de altura, eran capaces de distinguir si el personal artillero era negro o blanco, y disparaban incesantemente contra ellos.
Cuando el enemigo desgastado e inmovilizado inició la retirada, las fuerzas revolucionarias se prepararon para los combates finales.
Numerosas brigadas angolanas y cubanas se movieron a ritmo rápido y a distancia adecuada hacia el Oeste, donde estaban las únicas vías amplias por donde siempre los sudafricanos iniciaban sus acciones contra Angola. El aeropuerto sin embargo estaba aproximadamente a 300 —trescientos— kilómetros de la frontera con Namibia, ocupada totalmente por el ejército del Apartheid.
Mientras las tropas se reorganizaban y reequipaban se decidió con toda urgencia construir una pista de aterrizaje para los Mig-23. Nuestros pilotos estaban utilizando los equipos aéreos entregados por la URSS a Angola, cuyos pilotos no habían dispuesto del tiempo necesario para su adecuada instrucción. Varios equipos aéreos estaban descontados por bajas que a veces eran ocasionadas por nuestros propios artilleros u operadores de medios antiaéreos. Los sudafricanos ocupaban todavía una parte de la carretera principal que conduce desde el borde de la meseta angolana a Namibia. En los puentes sobre el caudaloso río Cunene, entre el Sur de Angola y el Norte de Namibia, comenzaron en ese lapso con el jueguito de sus disparos con cañones de 140 milímetros que le daba a sus proyectiles un alcance cercano a los 40 kilómetros. El problema principal radicaba en el hecho de que los racistas sudafricanos poseían, según nuestros cálculos, entre 10 y 12 armas nucleares. Habían realizado pruebas incluso en los mares o en las áreas congeladas del Sur. El presidente Ronald Reagan lo había autorizado, y entre los equipos entregados por Israel estaba el dispositivo necesario para hacer estallar la carga nuclear. Nuestra respuesta fue organizar el personal en grupos de combate de no más de 1 000 —mil— hombres, que debían marchar de noche en una amplia extensión de terreno y dotados de carros de combate antiaéreos.
Las armas nucleares de Sudáfrica, según informes fidedignos, no podían ser cargadas por aviones Mirage, necesitaban bombarderos pesados tipo Canberra. Pero en cualquier caso la defensa antiaérea de nuestras fuerzas disponía de numerosos tipos de cohetes que podían golpear y destruir objetivos aéreos hasta decenas de kilómetros de nuestras tropas. Adicionalmente, una presa de 80 millones de metros cúbicos de agua situada en territorio angolano había sido ocupada y minada por combatientes cubanos y angolanos. El estallido de aquella presa hubiese sido equivalente a varias armas nucleares.
No obstante, una hidroeléctrica que usaba las fuertes corrientes del río Cunene, antes de llegar a la frontera con Namibia, estaba siendo utilizada por un destacamento del ejército sudafricano.
Cuando en el nuevo teatro de operaciones los racistas comenzaron a disparar los cañones de 140 milímetros, los Mig-23 golpearon fuertemente aquel destacamento de soldados blancos, y los sobrevivientes abandonaron el lugar dejando incluso algunos carteles críticos contra su propio mando. Tal era la situación cuando las fuerzas cubanas y angolanas avanzaban hacia las líneas enemigas.
Supe que Katiuska Blanco, autora de varios relatos históricos, junto a otros periodistas y reporteros gráficos, estaban allí. La situación era tensa pero nadie perdió la calma.
Fue entonces que llegaron noticias de que el enemigo estaba dispuesto a negociar. Se había logrado poner fin a la aventura imperialista y racista; en un continente que en 30 años tendrá una población superior a la de China e India juntas.
El papel de la delegación de Cuba, con motivo del fallecimiento de nuestro hermano y amigo Nelson Mandela, será inolvidable.
Felicito al compañero Raúl por su brillante desempeño y, en especial, por la firmeza y dignidad cuando con gesto amable pero firme saludó al jefe del gobierno de Estados Unidos y le dijo en inglés: “Señor presidente, yo soy Castro”.
Cuando mi propia salud puso límite a mi capacidad física, no vacilé un minuto en expresar mi criterio sobre quien a mi juicio podía asumir la responsabilidad. Una vida es un minuto en la historia de los pueblos, y pienso que quien asuma hoy tal responsabilidad requiere la experiencia y autoridad necesaria para optar ante un número creciente, casi infinito, de variantes.
El imperialismo siempre reservará varias cartas para doblegar a nuestra isla aunque tenga que despoblarla, privándola de hombres y mujeres jóvenes, ofreciéndole migajas de los bienes y recursos naturales que saquea al mundo.
Que hablen ahora los voceros del imperio sobre cómo y por qué surgió el Apartheid.
Foto: Cortesía / www.cubadebate.cu
El diario norteamericano The Washington Post publicó este viernes en su página de opinión un artículo de Stephen Kimber, titulado “Los Cinco Cubanos estaban combatiendo el terrorismo. ¿Por qué los encarcelamos?”, donde el investigador canadiense reconoce que “estos agentes serían héroes norteamericanos hoy”.
Kimber es el autor Lo que hay del otro lado del mar- La verdadera historia de los Cinco Cubanos, resultado de un extenso trabajo de investigación que incluyó la revisión por parte del autor de más de 20 mil páginas de registros judiciales del caso más largo en la historia de Estados Unidos.
“Los Cinco Cubanos estaban combatiendo el terrorismo. ¿Por qué los encarcelamos?”Por Stephen Kimber*4 de octubre de 2013 The Washington Post/ Opinión
Considere por un momento lo que sucedería si agentes de la inteligencia norteamericana en el terreno, en un país extranjero, descubrieran un grave complot terrorista, con tiempo suficiente para prevenirlo. Luego considere cómo los norteamericanos reaccionarían si las autoridades de ese país, en vez de cooperar con nosotros, arrestaran y encarcelaran a los agentes estadounidenses por operar en su tierra.
Esos agentes serian héroes norteamericanos hoy. El gobierno de EE.UU movería cielo y tierra para traerlos de regreso.
Este tipo de escenario ha tenido lugar en la vida real y del hecho se cumplieron 15 años el mes pasado, solo que los norteamericanos juegan en el rol del gobierno extranjero y Cuba –sí, la Cuba de Fidel Castro- juega el papel de los agraviados EE.UU.
A principios de los años 90, cuando la desaparición de la Unión Soviética suponía que el colapso del gobierno comunista de Cuba sería inevitable, grupos militantes del exilio cubano en Miami incrementaron sus esfuerzos para derribar a Castro por cualquier vía posible, incluyendo ataques terroristas. En 1994, por ejemplo, Rodolfo Frómeta, líder de un grupo del exilio, fue capturado en una redada del Buró Federal de Investigaciones (FBI) intentando comprar un misil Stinger, un lanzagranadas y cohetes antitanque que dijo planeaba usar para atacar a Cuba. En 1995, la policía cubana arrestó a dos cubanoamericanos luego de que intentaran poner una bomba en un hotel en Varadero.
Esas acciones claramente violaban las leyes de neutralidad de EE.UU, pero el sistema de Justicia norteamericano mayormente miró hacia el otro lado. Aunque Frómeta fue acusado, juzgado y sentenciado a casi cuatro años en la cárcel, las agencias de seguridad raramente investigaron acusaciones que involucraban a militantes exiliados, y si lo hicieron, los fiscales pocas veces aplicaron sanciones. Muy a menudo, políticos de la Florida sirvieron como defensores a elementos de línea dura del exilio.
Pero los cubanos tenían sus propios agentes en la Florida. Una red de inteligencia conocida como La Red Avispa fue despachada a principios de los ´90 para infiltrarse en los grupos del exilio. Tuvieron algunos éxitos. Los agentes frustraron en 1994 un plan para poner bombas en el icónico club nocturno Tropicana, un conocido sitio turístico en La Habana. También interrumpieron un plan para enviar una lancha con explosivos desde Miami River a la República Dominicana para iban a emplearse en un intento de asesinato contra Castro.
En la primavera de 1998, agentes cubanos develaron un complot para explotar un avión con turistas de Europa o América Latina (el complot tuvo resonancia: antes de 2001, el acto de terrorismo aéreo más letal en Latinoamérica había sido la explosión en pleno vuelo del vuelo 455 de Cubana de Aviación en 1976, que ocasionó la muerte de los 73 pasajeros a bordo y los miembros de la tripulación).
Castro envió a su amigo, el ganador del Premio Nobel y novelista Gabriel García Márquez, con un mensaje secreto sobre un complot contra el presidente Bill Clinton. La Casa Blanca tomó la amenaza lo suficientemente en serio como para que la Administración de la Aviación Federal advirtiera a las aerolíneas.
En junio de ese año, agentes del FBI volaron a La Habana para reunirse con sus contrapartes cubanas. Durante tres días en un lugar seguro, los cubanos proveyeron al FBI de evidencia que sus agentes habían reunido de varios complots, incluyendo el ataque planeado al avión y una campaña para poner bombas en hoteles de La Habana que tenía lugar en ese momento y que había causado la muerte de un empresario ítalo-canadiense.
Pero el FBI nunca arrestó a nadie en conexión con el complot del avión o los ataques a hoteles –incluso luego de que el militante exiliado Luis Posada Carriles se jactara al diario The New York Times, en julio de 1998, del papel que jugó en relación con las bombas puestas en La Habana. Al contrario, el 12 de septiembre de 1998, un equipo SWAT del FBI fuertemente armado arrestó a los miembros de la red de inteligencia cubana en Miami.
Los cinco agentes fueron juzgados en aquella ciudad hostil a todo lo cubano, condenados con cargos de “conspiración para cometer” todo desde espionaje hasta asesinato y sentenciados a condenas imposiblemente largas, incluyendo dos cadenas perpetuas más quince años.
Quince años más tarde, cuatro cubanos todavía languidecen en prisiones norteamericanas.
Ahora ustedes comienzan a entender por qué los Cinco Cubanos – como son conocidos- son héroes nacionales en su país, por qué retratos de ellos más jóvenes permanecen en carteles a lo largo del país, por qué cada estudiante cubano los conoce por sus nombres: Gerardo, René, Ramón, Fernando y Antonio.
La vocera del Departamento de Estado, Victoria Nuland, ha declarado que los Cinco Cubanos “fueron condenados en cortes estadounidenses por cometer crímenes contra los Estados Unidos, incluyendo espionaje y traición”.
Es cierto que tres de los cinco hombres – Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Fernando González- sí tuvieron, en parte, misiones militares que iban más allá de la simple infiltración y el reporte de las actividades de los grupos exiliados de Miami. Pero su propósito no era robar los secretos militares de EE.UU o comprometer la seguridad de ese país.
Durante los años ´90, las autoridades cubanas creyeron que su país podría ser el próximo del Caribe en sufrir una invasión militar norteamericana. No era una exageración cuando se considera a Granada (1983), Panamá (1989) y Haití (1994). Luego, también estaba la creciente influencia de activos grupos de presión anti-Castro como la Fundación Nacional Cubano Americana, que estaba presionando a Washington para derribar a Castro y a su hermano.
Basados en sus evaluaciones de esas invasiones previas, la inteligencia cubana había desarrollado una lista de comprobación de señales de que una invasión podría ser inminente: una afluencia repentina de aviación de combate y reconocimiento a una base militar en el sur, por ejemplo, o visitas inesperadas o sin explicación de altos mandos militares a las instalaciones de la sede del Comando Meridional de EE.UU en Miami.
Agentes como Antonio Guerrero –quien trabajó como conserje en la Estación Aeronaval de Boca Chica en Cayo Hueso desde 1993 hasta su arresto en 1998 y está cumpliendo 22 años en prisión- fueron los equivalentes de los satélites espía estadounidenses, contando los aviones en las pistas y reportando a La Habana.
Por supuesto, las autoridades cubanas estaban ansiosas por conocer todo lo que sus agentes pudieran averiguar y La Habana ocasionalmente presionó a Guerrero al máximo; él respondió enviando recortes de periódicos de la base. No es de extrañar. Guerrero hablaba poco inglés y no tenía acceso de seguridad; los secretos militares estaban bien por encima de su nivel. Y los secretos militares de EE.UU nunca fueron prioridad real de Cuba –solo quería saber si los yanquis iban a invadirla.
Siete meses después de que el FBI acusara a los Cinco con cargos relativamente insignificantes –no declararse agentes extranjeros, uso de identidades falsas y más seriamente pero menos específico, conspiración para cometer espionaje- los fiscales impusieron un cargo que movilizaría a la comunidad cubana en el exilio.
Acusaron a Gerardo Hernández, el líder de la red, de conspiración para cometer asesinato en conexión con el derribo tres años antes de dos avionetas de Hermanos al Rescate.
Hermanos al Rescate, un grupo anticastrista que había rescatado balseros en el Estrecho de la Florida pero que había perdido su razón de ser tras un acuerdo migratorio de 1994 entre Washington y La Habana, había estado violando el espacio aéreo cubano durante más de un año, arrojando ocasionalmente panfletos contra el gobierno en La Habana. El gobierno estadounidense hizo lo que pudo para prevenir posteriores incursiones, pero las ruedas de la burocracia en la Administración de la Aviación Federal se movieron lentamente.
En los primeros meses de 1996, los cubanos enviaron mensajes a Washington a través de varios intermediarios, advirtiendo que si EE.UU no detenía otros vuelos de los Hermanos, ellos lo harían.
Washington no lo hizo.
Pero los cubanos sí. En la tarde del 24 de febrero de 1996, aviones caza cubanos derribaron dos avionetas pequeñas no armadas de Hermanos al Rescate, ocasionando la muerte de los cuatro hombres que iban a bordo.
Cuba reclama que las avionetas estaban dentro de su territorio. El gobierno estadounidense reclama – y la Organización de la Aviación Civil Internacional coincidió- que estaban en espacio aéreo internacional cuando fueron atacadas.
¿Pero sabía Hernández realmente con anterioridad que el gobierno de Cuba planeaba derribar las avionetas? ¿Estaba él implicado en la planificación?
Mi respuesta es que no. Durante mi investigación para el libro sobre los Cinco Cubanos, revisé las más de 20 000 páginas de la transcripción del juicio y revisé miles de comunicaciones decodificadas entre La Habana y sus agentes. No encontré evidencia de que Hernández tuviera conocimiento o influencia en los eventos de ese día.
Por el contrario, la evidencia ofrece la imagen de una burocracia de la inteligencia cubana obsesionada con la compartimentación y control de la información. Hernández, un oficial de inteligencia ilegal de nivel de campo, no tenía necesidad de conocer lo que planeaban las fuerzas cubanas. Los mensajes e instrucciones desde La Habana eran ambiguos, la evidencia no era contundente, particularmente para un cargo de conspiración para cometer asesinato.
En un mensaje, por ejemplo, los jefes de Hernández se refieren a un plan para “perfeccionar la confrontación” con Hermanos al Rescate, lo cual los fiscales insistieron que significaba derribar las avionetas.
Pero como la jueza Phyllis A. Kravitch señaló – en su desacuerdo con una decisión de la Corte de Apelaciones de EE.UU por 11no Circuito sobre el cargo de asesinato contra Hernández- “Existen muchas vías en las que un país podría confrontar aviación extranjera. Aterrizajes forzados, disparos de advertencia y viajes con escolta fuera del espacio aéreo territorial de un país están entre ellos – como también están los derribos”. La jueza dijo que los fiscales “no presentaron evidencia” que vinculara a Hernández con el derribo. “No puedo decir que un jurado razonable – dada toda la evidencia- podría concluir más allá de la duda razonable, de que Hernández accediera a un derribo,” escribió Kravitch.
Un “jurado razonable.” Ahí está el problema.
A fines de los `90, los jurados de Miami se habían vuelto tan notorios en casos que involucraban a exiliados cubanos que los fiscales federales en un caso diferente se opusieron a una moción de la defensa para un cambio de sede de Puerto Rico a Miami para algunos exiliados cubanos acusados participar en un complot para asesinar a Castro.
Miami “es una sede muy difícil para asegurar una condena para los llamados luchadores por la libertad”, explicó el abogado Kendall Coffey al diario The Miami Herald en ese momento. “Tuve algunas condenas, pero algunas absoluciones que desafiaban toda lógica”.
Los militantes anticubanos, de hecho, eran considerados héroes. En 2008, más de 500 agitadores del exilio en Miami se reunieron en honor a la contribución de Posada a la causa – como se conoce en la comunidad el esfuerzo por sacar a Castro del gobierno – en la cena de gala.
¿Sus contribuciones? Además de los ataques a hoteles de La Habana (“Duermo como un bebé”, dijo al diario The New York Times, comentando sobre el turista que murió), Posada es el presunto autor intelectual del bombardeo del vuelo 455 de Cubana. Cuba y Venezuela han pedido su extradición. Estados Unidos se ha negado a la misma.
En el 2000, Posada fue arrestado en Panamá en conexión con un complot para asesinar a Castro; fue condenado y estuvo cuatro años en la cárcel antes de recibir un perdón aún controversial. Ese perdón fue revocado en 2008.
Lo más cerca que el gobierno de EE.UU ha estado de procesar a Posada fue en 2009, cuando la administración de Obama lo acusó – no por su papel en las bombas puestas en La Habana sino por mentir en un formulario de inmigración. Fue absuelto.
Hoy, Posada, de 85 años, camina por las calles de Miami, una contradicción viviente de la guerra norteamericana contra el terrorismo. ¿Cómo ajustar su libertad con la declaración del presidente George W. Bush tras el 11 de Septiembre de que “cualquier nación que continúe albergando o apoyando el terrorismo será considerada como un gobierno hostil por los EE.UU?” ¿Cómo ajustar la libertad de Posada con el sostenido encarcelamiento de los Cinco Cubanos, cuyo principal objetivo era prevenir ataques terroristas?
Es una contradicción que los norteamericanos deberían considerar.
* Stephen Kimber imparte clases de Periodismo en la Universidad de King’s College en Halifax, Canadá, y es el autor del libro Lo que hay del otro lado del Mar- La Verdadera Historia de los Cinco Cubanos.
(El líder de la Revolución Cubana asegura que Snowden «prestó un servicio al mundo al revelar la política repugnantemente deshonesta del poderoso imperio que miente y engaña al mundo. Con lo que no estaría de acuerdo es que alguien, cualesquiera que fuesen sus méritos, pueda hablar en nombre de Cuba»)
Me mueve a escribir el hecho de que muy pronto ocurrirán acontecimientos graves. No transcurren en nuestra época diez o quince años sin que nuestra especie corra peligros reales de extinción. Ni Obama ni nadie podría garantizar otra cosa; lo digo por realismo, ya que solo la verdad nos podría ofrecer un poco más de bienestar y un soplo de esperanza. Hemos llegado en materia de conocimientos a la mayoría de edad. No tenemos derecho a engañar ni a engañarnos.
En su inmensa mayoría la opinión pública conoce bastante sobre el nuevo riesgo que está a sus puertas.
No se trata simplemente de que los cohetes cruceros apunten hacia objetivos militares de Siria, sino que ese valiente país árabe, situado en el corazón de más de mil millones de musulmanes, cuyo espíritu de lucha es proverbial, ha declarado que resistirá hasta el último aliento cualquier ataque a su país.
Todos conocen que Bashar al Assad no era político. Estudió medicina. Se graduó en 1988 y se especializó en oftalmología. Asumió un papel político al morir su padre Hafez al Assad en el año 2000 y tras la muerte accidental de un hermano antes de asumir aquella tarea.
Todos los miembros de la OTAN, aliados incondicionales de Estados Unidos y unos pocos países petroleros aliados al imperio en aquella zona del Medio Oriente, garantizan el abastecimiento mundial de combustibles de origen vegetal, acumulados a lo largo de más de mil millones de años. La disponibilidad de energía procedente, en cambio, de la fusión nuclear de partículas de hidrógeno, tardará por lo menos 60 años. La acumulación de los gases de efecto invernadero continuará así creciendo a elevados ritmos y tras colosales inversiones en tecnologías y equipos.
Por otro lado se afirma que en el 2040, en apenas 27 años, muchas tareas que hoy realiza la policía como imponer multas y otras tareas, serían realizadas por robots. ¿Se imaginan los lectores cuán difícil será discutir con un robot capaz de hacer millones de cálculos por minuto? En realidad era algo inimaginable años atrás.
Hace apenas unas horas, el lunes 26 de agosto, despachos de agencias clásicas bien conocidas por sus servicios sofisticados a Estados Unidos, se dedicaron a difundir la noticia de que Edward Snowden se había tenido que establecer en Rusia porque Cuba había accedido a las presiones de Estados Unidos.
Ignoro si alguien en algún lugar le dijo algo o no a Snowden, porque esa no es mi tarea. Leo lo que puedo sobre noticias, opiniones y libros que se publican en el mundo. Admiro lo valiente y justo de las declaraciones de Snowden, con lo que a mi juicio prestó un servicio al mundo al revelar la política repugnantemente deshonesta del poderoso imperio que miente y engaña al mundo. Con lo que no estaría de acuerdo es que alguien, cualesquiera que fuesen sus méritos, pueda hablar en nombre de Cuba.
La mentira tarifada. ¿Quién la afirma? El diario ruso «Kommersant» ¿Qué es este libelo? Según explica la propia agencia Reuters el diario cita a fuentes próximas al Departamento de Estado norteamericano: «el motivo de ello fue que en el último minuto Cuba informó a las autoridades que impidieran que Snowden tomara el vuelo de la aerolínea Aeroflot.
«Según el rotativo, […] Snowden pasó un par de días en el consulado ruso de Hong Kong para manifestar su intención de volar a Latinoamérica vía Moscú.»
Si yo quisiera podría hablar de estos temas sobre los que conozco ampliamente.
Hoy observé con especial interés las imágenes del presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, durante su visita al buque insignia del destacamento ruso que visita a Venezuela después de su anterior escala en los puertos de La Habana y Nicaragua.
Durante la visita del Presidente venezolano a la nave me impresionaron varias imágenes gráficas. Una de ellas fue la amplitud de los movimientos de sus numerosos radares capaces de controlar las actividades operativas de la nave en cualquier situación que se presente.
Por otra parte, indagamos sobre las actividades del mercenario rotativo «Kommersant». En su época fue uno de los más perversos medios al servicio de la extrema derecha contrarrevolucionaria, la cual disfruta que el gobierno conservador y lacayo de Londres envíe sus bombarderos a la Base Aérea en Chipre, listos para lanzar sus bombas sobre las fuerzas patrióticas de la heroica Siria, mientras en Egipto, calificado como el corazón del mundo árabe, miles de personas son asesinadas por los autores de un grosero golpe de Estado.
En esa atmósfera se preparan los medios navales y aéreos del imperio y sus aliados para iniciar un genocidio contra los pueblos árabes.
Es absolutamente claro que Estados Unidos tratará siempre de presionar a Cuba como hace con la ONU o cualquier institución pública o privada del mundo, una de las características de los gobiernos de ese país y no sería posible esperar de sus gobiernos otra cosa, pero no en balde se resisten 54 años defendiendo sin tregua —y el tiempo adicional que fuera necesario—, enfrentando el criminal bloqueo económico del poderoso imperio.
Nuestro mayor error es no haber sido capaz de aprender mucho más en mucho menos tiempo.
Fidel Castro Ruz
Agosto 27 de 2013
Carlos Fazio
El 1º de enero de 1899 era arriada de manera definitiva la bandera de España del Palacio de los Capitanes Generales en La Habana, poniendo fin a cuatro siglos de dominación colonial en Cuba. En su lugar fue izada la bandera de Estados Unidos, que irrumpía como potencia imperial en el escenario mundial. Exactamente 60 años más tarde, el 1º de enero de 1959, la revolución triunfante dirigida por Fidel Castro culminaba el proceso trunco en 1898 con la intromisión de Estados Unidos, devolvía la soberanía al pueblo cubano e iniciaba profundas transformaciones económicas y sociales que llegan hasta nuestros días.
Sirvan esas líneas que, palabras más, palabras menos forman parte del texto de Armando Hart Dávalos en este libro, como introducción a mis comentarios. (1) La obra que presentamos consta de 21 textos sobre la gesta cubana, esa “revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes” en la mayor de las Antillas. De ellos, 19 aluden a cuestiones históricas, políticas, ideológicas, económicas y culturales, y entre sus autores figuran Fidel y Raúl Castro, y Ernesto Che Guevara. Otros dos textos finales tienen que ver con resoluciones del Partido y los objetivos de trabajo aprobados en la I Conferencia Nacional.
Quisiera comenzar mis comentarios a partir del escrito de Adolfo Sánchez Vázquez, por tratarse de una visión externa sobre el original, creador y heterodoxo proceso revolucionario cubano, que al concretarse el primero de enero de 1959, no encajó en los moldes marxistas leninistas establecidos desde Moscú para la América Latina de la época. (2)
Sánchez Vázquez, quien definió a la cubana como una revolución popular, nacional-liberadora, democrática y antiimperialista, a lo que se sumó pocos años después su carácter anticapitalista, le dio un doble significado: 1) ser una victoria rotunda después de un largo período de derrotas, con la excepción de la Revolución Mexicana, y 2) justificar la vía armada cuando se han agotado las formas pacíficas para llegar al poder, en este caso, con la derrota de la dictadura de Fulgencio Batista.
Pero además, vino a significar la derrota de dos doctrinas, una, alimentada por la tesis lanzada en los años 30 por Ortega y Gasset, que proclamaba que la época de las revoluciones había pasado, y otra que tenía que ver con el determinismo histórico y el fatalismo geográfico, según la cual, la lucha armada, en condiciones de medios y fuerzas como las que enfrentaba a los barbudos de la Sierra Maestra con una dictadura apoyada por Estados Unidos, era imposible en las narices del imperio, es decir, a 90 millas del hegemón del sistema capitalista mundial y en plena guerra fría.
En su momento, la heterodoxia de la Revolución Cubana fue vista con cautela por los viejos cuadros de los partidos comunistas latinoamericanos, porque no fue producto de la participación activa de la clase revolucionaria (el proletariado), sino de un bloque de fuerzas populares, y además triunfó sin la dirección de la vanguardia por excelencia, esto es, el Partido de la clase obrera. No sin cierta ironía y repitiendo a Lenin, Sánchez Vázquez dice que una vez más los hechos fueron muy testarudos. La Revolución Cubana representó una excepción a la teoría y la práctica consideradas entonces marxista-leninistas. Es decir, se impuso frente al marxismo dogmático dominante en la época.
Con un agregado: tras su integración en la economía del llamado campo socialista −ante el asedio, las agresiones y la asfixia generada por el bloqueo económico del imperialismo, que la hizo estrechar lazos políticos, económicos y culturales con la ex Unión Soviética−, la Revolución Cubana supo rectificar en los años ochenta y recortó las alas al marxismo de Moscú, para volver con más fuerza a sus raíces: el pensamiento y el proyecto emancipador de José Martí, “el Apóstol”, el “autor intelectual” del asalto al cuartel Moncada, como le dijo el joven Fidel Castro al fiscal durante el juicio que se le siguió tras ser capturado el 26 de julio de 1953.
Sánchez Vázquez recuerda que cuando comenzó a derrumbarse el “socialismo real” nadie se echó a las calles para defenderlo, y también cómo, tras la autodisolución de la URSS, los países del bloque socialista transitaron hacia el capitalismo salvaje. Y se pregunta por qué 40 años después (cuando él escribió esas líneas), la Revolución Cubana se mantenía en pie. La respuesta que da es la misma que podemos darnos nosotros, hoy, a 55 años de la victoria: porque el liderazgo de la Revolución Cubana contó siempre con el consenso y el apoyo populares.
Lo anterior da pie para introducirnos en los dos textos de Ernesto Che Guevara, que forman parte de esta compilación: sus “Notas para el estudio de la ideología de la Revolución Cubana” (3) y “El socialismo y el hombre en Cuba”. (4) Del primer texto quiero citar el pasaje sobre la recuperación, por los dirigentes de la Revolución, en su arranque, de las leyes previstas por Marx, esas que aluden a la interpretación de la historia y la necesidad de transformarla desde sus raíces para que el hombre deje de ser esclavo e instrumento del medio y se convierta en arquitecto de su propio destino.
“Nosotros, revolucionarios prácticos −dice el Che−, simplemente cumplíamos leyes previstas por Marx el científico, y por ese camino de rebeldía, al luchar contra la vieja estructura del poder, al apoyarnos en el pueblo para destruir esa estructura y, al tener como base de nuestra lucha la felicidad de ese pueblo, estamos simplemente ajustándonos a las predicciones del científico Marx”.
Al final de ese texto, publicado el 8 de octubre de 1960, Guevara señala que “el jefe rebelde y su cortejo” entraron a La Habana “bañados en sudor campesino”, y “una nueva ‘escalinata del jardín de invierno, subía la historia con los pies del pueblo’.”
En el segundo escrito, donde el Che plasma su tan comentada concepción sobre el “hombre nuevo”, el elemento central de su análisis es “la masa”, ese personaje que se repetirá de manera sistemática a lo largo de todo el proceso revolucionario. Nos dice cómo, desde el inicio de la lucha armada, se va gestando ese vínculo estrecho entre el pueblo y los barbudos de la Sierra Maestra:
“El pueblo, masa todavía dormida a quien había que movilizar, y su vanguardia, la guerrilla, motor impulsor del movimiento, generador de conciencia revolucionaria y del entusiasmo combativo que creó las condiciones subjetivas para la victoria”.
Pero también, señala Guevara, en ese primer período se dio un proceso de “proletarización” en el pensamiento de los dirigentes guerrilleros; se operó una “revolución” en sus hábitos y en sus mentes. Es allí donde hay que buscar la explicación de la coherencia ideológica que caracterizó al grupo dirigente castrista desde el triunfo de la revolución. Y en ese proceso de proletarización colectiva −generado por las influencias recíprocas entre dirigentes y masa−, el individuo será el factor fundamental.
En un segundo momento, después de la victoria, la masa, “ese ente multifacético” ya no actuará como un “manso rebaño”, dice el Che, y aunque siga sin vacilar a sus dirigentes, fundamentalmente a Fidel Castro −el “Caballo”, según el léxico común cubierto de admiración de los militantes y el pueblo−, ello se deberá a que se supo ganar la confianza de la gente, dada la interpretación cabal de los deseos y aspiraciones de ese pueblo, aunque el Estado y su dirigencia a veces se hayan equivocado.
En ese escrito, dirigido en 1965 al periodista uruguayo Carlos Quijano del semanario Marcha de Montevideo, el Che alude a la conexión estructurada entre la dirigencia y la masa, y señala que en los extractos superiores del gobierno revolucionario “utilizamos el método casi intuitivo de auscultar las reacciones generales frente a los problemas planteados”. Agrega: “Maestro en ello es Fidel”.
Y en relación con el particular modo de integración de Fidel con el pueblo, abunda:
“En las grandes concentraciones públicas se observa algo así como el diálogo de dos diapasones cuyas vibraciones provocan otras nuevas en el interlocutor. Fidel y la masa comienzan a vibrar en un diálogo de intensidad creciente hasta alcanzar el clímax en un final abrupto, coronado por nuestro grito de lucha y de victoria”.
Quienes hayan estado en la Plaza de la Revolución en un acto encabezado por Fidel, vivieron esa experiencia electrizante a la que alude el Che. Esto es, para decirlo con sus propias palabras, “esa estrecha unidad dialéctica existente entre el individuo y la masa, donde ambos se interrelacionan, y a su vez, la masa, como conjunto de individuos, se interrelacionan con los dirigentes”.
A continuación, Guevara define al individuo como el “actor de ese extraño y apasionante drama que es la construcción del socialismo, en su doble existencia de ser único y miembro de la comunidad”. Iban apenas seis años desde la victoria, y el Che dice que lo más sencillo era reconocer en ese actor “su cualidad de no hecho, de producto no acabado”. Y unos párrafos más adelante, plantea: “Para construir el comunismo, simultáneamente con la base material, hay que hacer al hombre nuevo”. De allí que, dice, sea tan importante “elegir correctamente el instrumento de la movilización de las masas”. Ese instrumento “debe ser de índole moral, fundamentalmente, sin olvidar una correcta utilización del estímulo material, sobre todo de naturaleza moral”.
En este texto, donde sostiene que “el socialismo (en la isla) es joven y tiene errores”, Ernesto Guevara pone el acento en la necesidad de desarrollar una conciencia en la que los valores adquieran categorías nuevas. Y habla de la autoeducación popular y de la sociedad en su conjunto como una “gigantesca escuela”. Todo ello ligado con la educación técnica e ideológica, lo que llevará a una toma de conciencia del individuo como “ser social”.
Hacia el final del texto, plantea:
“Quisiera explicar ahora el papel que juega la personalidad, el hombre como individuo dirigente de las masas que hacen la historia. Es nuestra experiencia, no una receta.
“Fidel dio a la revolución el impulso en los primeros años, la dirección, la tónica siempre, pero hay un buen grupo de revolucionarios que se desarrollan en el mismo sentido que el dirigente máximo y una gran masa que sigue a sus dirigentes porque les tiene fe; y les tiene fe, porque ellos han sabido interpretar sus anhelos”.
De nuevo aparece ahí la conjunción estructural entre la dirigencia y la masa. Esa sólida “armazón de individualidades” que caminan hacia un fin común. “Individuos que han alcanzado la conciencia de lo que es necesario hacer; hombres que luchan por salir del reino de la necesidad y entrar al de la libertad”. Es en este mismo texto donde aparece la multicitada frase que el Che dirige a Carlos Quijano:
“Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad”.
Quisiera enlazar lo anterior con uno de los escritos de Fidel Castro que integran este libro. El que lleva por título “La lucha ideológica”. (5) Allí, dice Fidel:
“Entre el enemigo imperialista y la Revolución Cubana existe y existirá (…) durante mucho tiempo, una feroz lucha ideológica, que se librará no sólo en el terreno de las ideas revolucionarias y políticas, sino también en el campo de los sentimientos nacionales y patrióticos de nuestro pueblo”.
Más adelante, sobre ideología, dice:
“Ideología es ante todo conciencia; conciencia es actitud de lucha, dignidad, principios y moral revolucionaria. Ideología es también el arma de lucha frente a todo lo mal hecho, frente a las debilidades, los privilegios, las inmoralidades. La lucha ideológica ocupa hoy para todos los revolucionario la primera línea de combate, la primera trinchera revolucionaria”.
En la famosa entrevista que concede al periodista italiano Gianni Mina en 1988, titulada “El Hombre nuevo”, Fidel liga conciencia con socialismo, y al socialismo con la idea de patria, la independencia nacional y con el apego a los valores sociales y el sentimiento de solidaridad entre los hombres. Dice que no puede haber una sociedad nueva “sin una profunda conciencia de altos valores éticos y humanos”.
Este 28 de julio de 2013, a sus 86 años, en una carta dirigida a los jefes de las delegaciones que visitaron la isla con motivo del 60 aniversario del asalto al cuartel Moncada, Fidel recordó un discurso suyo del 1º de mayo de 2000 en la Plaza de la Revolución:
“Revolución […] es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.” (6)
Antes, el 24 de febrero de este año, durante la instalación de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Fidel dijo que
“la gran batalla que se impone, es la necesidad de una lucha enérgica y sin tregua contra los malos hábitos y los errores que en las más diversas esferas cometen diariamente muchos ciudadanos, incluso militantes”.
Eso nos conduce de la mano a su hermano Raúl, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, quien en ese mismo acto donde fue reelegido pronunció uno de los cinco discursos que aparecen en este libro. (7) Allí, Raúl volvió a reiterar lo que ya había dicho dos veces antes en el Parlamento: “A mí no me eligieron Presidente para restaurar el capitalismo en Cuba, ni para entregar la Revolución. Fui elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo, no para destruirlo”.
Ese texto es clave, porque al tiempo que enfatiza la necesidad de la unidad de la nación, anticipa la puesta en marcha del mayor cambio generacional en la cúpula gobernante cubana desde el triunfo de la Revolución en 1959. Según el propio Raúl Castro, esa decisión reviste particular trascendencia histórica porque representa un paso definitorio en la configuración de la dirección futura del país,
“mediante la transferencia paulatina y ordenada a las nuevas generaciones de los principales cargos, proceso que debemos concretar en un quinquenio y actuar en lo delante de manera intencionada y previsora (…a fin de que) constituya un proceso natural y sistemático”.
Al final de su intervención ante la Asamblea Popular, Raúl recuperó y amplió la “magistral” definición del concepto de revolución de Fidel, pronunciada el 1º de mayo de 2000:
“Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertades plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos…”
La idea de un cambio sin improvisaciones ni apresuramientos ya había sido planteada por Raúl dos años antes, el 19 de abril de 2011, en la clausura del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba. En ese discurso, que también forma parte de este libro, (8) dijo que
“lo primero que estamos obligados a modificar en la vida del Partido es la mentalidad, que como barrera sicológica (…) es lo que más trabajo nos llevará superar, al estar atada durante largos años a los mismos dogmas y criterios obsoletos. También será imprescindible rectificar errores y conformar, sobre la base de la racionalidad y firmeza de principios, una visión integral de futuro en aras de la preservación y desarrollo del socialismo en las presentes circunstancias”.
Fue en esa intervención que Raúl anticipó el inicio de un proceso gradual de renovación y rejuvenecimiento de la cadena de cargos políticos y estatales, y donde dijo que “Fidel es Fidel” y no precisa de cargo alguno para ocupar, por siempre, un lugar cimero en la historia, en el presente y en el futuro de la nación cubana. Mientras tenga fuerza para hacerlo, “desde su modesta condición de militante del Partido y soldado de las ideas”, Fidel continuará aportando a la lucha revolucionaria y a los propósitos más nobles de la Humanidad, dijo Raúl.
Otro texto clave del presidente de Cuba, incorporado en esta obra, tiene que ver con la reivindicación del sistema de partido único, herencia martiana, frente al juego de la demagogia y la mercantilización de la política en el mundo occidental, que con la pantalla de la democracia representativa ha devenido invariablemente en “la concentración del poder político en la clase que detenta la hegemonía económica y financiera de cada nación”, donde las mayorías no cuentan y cuando se manifiestan “son brutalmente reprimidas y silenciadas con la complicidad de la gran prensa a su servicio, también transnacionalizada”. (9)
En el marco de la permanente agresión imperialista, del bloqueo económico, la injerencia subversiva desestabilizadora de Washington y el cerco mediático, la reinstauración del modelo multipartidista equivaldría, dijo Raúl, a “legalizar” al partido o los partidos de Estados Unidos en Cuba y “sacrificar el arma estratégica de la unidad de los cubanos”.
En esa intervención, el presidente de Cuba dijo que la conformación de una sociedad más democrática contribuirá también a “superar actitudes simuladoras y oportunistas” surgidas “al amparo de la falsa unanimidad y el formalismo” en el tratamiento de diferentes situaciones de la vida nacional. Ante la militancia del Partido allí reunida, señaló:
“Es preciso acostumbrarnos todos a decirnos las verdades de frente, mirándonos a los ojos, discrepar y discutir, discrepar incluso de lo que digan los jefes cuando consideramos que nos asiste la razón, como es lógico, en el lugar adecuado, en el momento oportuno y de forma correcta, o sea, en las reuniones, no en los pasillos. Hay que estar acostumbrados a buscarnos problemas defendiendo nuestras ideas y enfrentando con firmeza lo mal hecho”.
En esa ocasión volvió a reiterar que lo único que puede conducir a la derrota de la Revolución y el Socialismo en Cuba, sería, cito, “nuestra incapacidad para erradicar los errores” cometidos en el medio siglo transcurrido desde la victoria de 1959. Y agregó entonces:
“No ha existido ni existirá una revolución sin errores, porque son obra de la actuación de hombres y pueblos que no son perfectos (…) no hay que avergonzarse de los errores, lo grave y bochornoso sería no contar con el valor de profundizar en ellos y analizarlos para extraerles las enseñanzas a cada uno y corregirlos a tiempo”.
También mencionó la necesidad de asegurar la autoridad moral del Partido, de sus militantes y en especial de los dirigentes en todos los niveles que, dijo, en lo personal, deben ser ejemplo de demostradas cualidades éticas, políticas e ideológicas, en permanente contacto con las masas.
Agregó que la Revolución dejaría de existir “sin efectuarse un solo disparo por el enemigo”, si su dirección llegara algún día a caer en manos de “individuos corruptos y cobardes”. Según Raúl, el fenómeno de la corrupción en la etapa actual es uno de los principales “enemigos” de la Revolución, “mucho más perjudicial que el multimillonario programa subversivo e injerencista” de Estados Unidos y sus aliados dentro y fuera de la isla.
Al respecto, en un texto del pasado 7 de julio incluido en esta compilación, (10) Raúl Castro demandó el establecimiento de un clima permanente de “orden, disciplina y exigencia” en la sociedad cubana. Recordó las palabras de Fidel sobre la necesidad de luchar de manera enérgica contra los “malos hábitos” y los “errores” que a diario cometen muchos ciudadanos e incluso militantes del Partido, y agregó:
“Ese tema no resulta agradable para nadie, pero me atengo al convencimiento de que el primer paso para superar un problema de manera efectiva es reconocer su existencia en toda su dimensión y hurgar en las causas y condiciones que han propiciado ete fenómeno a lo largo de muchos años”.
Tras reivindicar el modelo económico y social cubano, que excluye la utilización de “terapias de choque” y el desamparo de millones de personas que caracterizan a las políticas de ajuste aplicadas en los últimos años en varias naciones de “la rica Europa”, Raúl hizo un crudo relato de algunas ilegalidades y conductas de indisciplina social propias de la marginalidad, que constituyen delitos recogidos en el Código Penal y que podrían contener el germen de una eventual destrucción de la Revolución desde su propio seno.
Al respecto, llamó a combatir esos hechos y conductas nocivas con diversos métodos y vías, y dijo que “lo real, es que se ha abusado de la nobleza de la Revolución”, de no acudir al uso de la fuerza de la ley, por justificado que fuera, “privilegiando el convencimiento y el trabajo político, lo cual debemos reconocer que no siempre ha resultado suficiente”.
Termino.
En un texto de enero de 2007, que titulé “Hay Fidel y revolución para rato”, (11) comenté cómo los agoreros a sueldo de Washington habían lanzado entonces una campaña de intoxicación propagandística sobre la “enfermedad maligna” y el “estado terminal” de Fidel, donde vaticinaban una “transición caótica”, “violenta” y una “explosión social” en la isla que conduciría de manera “inevitable” a una “guerra civil”. Dijimos entonces que desde hace medio siglo y a lo largo de nueve sucesivas administraciones de la Casa Blanca, “la Revolución Cubana tiene la virtud de decepcionar a sus enemigos”. Y tras hacer referencia a la solidez institucional del proceso cubano y a la doctrina de la Guerra de Todo el Pueblo como concepción estratégica diseñada para enfrentar un ataque a gran escala con superioridad numérica y tecnológica del enemigo, decíamos que una eventual aventura militar de Estados Unidos en Cuba no sería un paseo.
Sin cantar victoria, ahora como entonces decimos que no está de más “tirarle una trompetilla al imperio”. En Cuba hay Revolución para rato.
Y a Fidel, “escultor de la revolución”, “maestro de humanismo”, sembrador de ideas, en su día, le decimos ¡feliz cumpleaños Comandante!
La especie humana reafirma con frustrante fuerza que existe desde hace aproximadamente 230 mil años. No recuerdo afirmación alguna que alcance más edad. Sí existieron otros tipos de humanos, como los Neandertales de origen europeo; o un tercero, el homínido de Denisova al norte de Asia pero, en ningún caso, existen fósiles más antiguos que los del Homo Sapiens de Etiopía.
Tales restos, en cambio, existen de numerosas especies entonces vivas, como los dinosaurios, cuyos fósiles datan de hace más de 200 millones de años. Muchos científicos hablan de su existencia antes del meteorito que impactó en el Istmo de Tehuantepec provocando la muerte de aquellos, algunos de los cuales medían hasta 60 metros de largo.
Es conocida igualmente la prehistoria del planeta que hoy habitamos, desprendido de la nebulosa solar y su enfriamiento como masa compacta casi llana, constituida por un número creciente de materias bien definidas que poco a poco adquirirían rasgos visibles. Tampoco se sabe todavía cuántas faltan por descubrir, y los insólitos usos que la tecnología moderna puede aportar a los seres humanos.
Se conoce que las semillas de algunas plantas comestibles fueron descubiertas y comenzaron a utilizarse hace alrededor de 40 mil años. Existe también constancia de lo que fue un calendario de siembra grabado en piedra hace aproximadamente 10 mil años.
Las ciencias deben enseñarnos a todos a ser sobre todo humildes, dada nuestra autosuficiencia congénita. Estaríamos así más preparados para enfrentar e incluso disfrutar el raro privilegio de existir.
En el mundo explotado y saqueado viven incontables personas generosas y sacrificadas, especialmente las madres, a las que la propia naturaleza dotó de especial espíritu de sacrificio.
El concepto de padre, que no existe en la naturaleza, es, en cambio, fruto de la educación social en los seres humanos y se observa como norma en cualquier rincón, desde el Ártico, donde se encuentran los esquimales, hasta las selvas más tórridas de África en las que las mujeres no solo cuidan de la familia, sino también laboran la tierra para producir alimentos.
Quien lee las noticias que todos los días llegan sobre viejos y nuevos comportamientos de la naturaleza y los descubrimientos de los métodos para enfrentar lo de ayer, hoy y mañana, comprendería las exigencias de nuestro tiempo.
Los virus se transforman de forma inesperada y golpean las plantas más productivas o los animales que hacen posible la alimentación humana, lo que torna más insegura y costosa la salud de nuestra especie, genera y agrava las enfermedades, sobre todo, en los mayores o los más pequeños.
¿Cómo enfrentar con honor el número creciente de obstáculos que los habitantes del planeta sufren?
Pensemos que más de doscientos grupos humanos se disputan los recursos de la Tierra. El patriotismo es simplemente el sentimiento solidario más amplio alcanzado. Nunca digamos que fue poco. Con seguridad se inició por las actividades familiares de grupos reducidos de personas que los escritores de la historia calificaron de clan familiar, para recorrer el camino de la cooperación entre grupos de familias que colaboraban entre sí para cumplimentar las tareas a su alcance. Hubo lucha entre grupos de familias en otras etapas, hasta alcanzar niveles superiores de organización como sin duda fue la tribu. Transcurrieron más de cien mil años. Los recuerdos escritos en sofisticados pergaminos datan, sin embargo, de no más de 4 mil años.
La capacidad humana para pensar y elaborar ideas era ya notable, y no creo sinceramente que los griegos eran menos inteligentes que el hombre actual. Sus poemas, sus textos filosóficos, sus esculturas, sus conocimientos médicos, sus juegos olímpicos; sus espejos, con los que incendiaban naves adversarias concentrando los rayos solares; las obras de Sócrates, Platón, Aristóteles, Galeno, Arquímedes y otros llenaron de luz el mundo antiguo. Eran hombres de inusual talento.
Arribamos, tras un largo camino, a la etapa contemporánea de la historia del hombre.
Días críticos no tardaron en presentarse para nuestra Patria, a 90 millas del territorio continental de Estados Unidos, después que una profunda crisis golpeó a la URSS.
Desde el 1ro de enero de 1959 nuestro país asumió el mando de su propio destino tras 402 años de coloniaje español y 59 como neocolonia. Ya no existíamos como indígenas que no hablaban siquiera el mismo idioma; éramos una mezcla de blancos, negros e indios que integrábamos una nación nueva con sus virtudes y sus defectos como todas las demás. Huelga decir que imperaban en la isla la tragedia del desempleo, el subdesarrollo y un pobrísimo nivel de educación. Poseían conocimientos inculcados por la prensa y la literatura dominante en Estados Unidos, que desconocía, si es que no despreciaba, los sentimientos de una nación que combatió con las armas durante décadas por la independencia del país, y al final incluso contra cientos de miles de soldados al servicio de la metrópolis española. Es preciso no olvidar la historia de la “Fruta Madura”, imperante en la mentalidad colonialista de la poderosa nación vecina que hizo prevalecer su fuerza y negaba al país no solo el derecho a ser libre hoy, mañana y siempre, sino que pretendía anexar nuestra isla al territorio de ese poderoso país.
Cuando en el puerto de La Habana estalla el acorazado norteamericano Maine, el ejército español, integrado por cientos de miles de hombres, estaba ya derrotado, como un día los vietnamitas derrotaron a base de heroísmo el poderoso ejército dotado de sofisticado armamento, incluido el “Agente Naranja” que a tantos vietnamitas afectó para toda su vida, y Nixon, más de una vez, estuvo tentado al uso de las armas nucleares contra aquel pueblo heroico. No en balde luchó por ablandar a los soviéticos con sus discusiones sobre la producción de alimentos en aquel país.
Dejaría de ser diáfano si no señalo un momento amargo de nuestras relaciones con la URSS. Eso derivó de la reacción que tuvimos al conocer la decisión de Nikita Jruschov a raíz de la Crisis de Octubre de 1962, de la que el próximo mes de octubre se cumplirán 51 años.
Cuando supimos que Jruschov había acordado con John F. Kennedy la retirada de los proyectiles nucleares del país, publiqué una nota con los 5 Puntos que consideré indispensables para un acuerdo. El jefe soviético conocía que inicialmente nosotros advertimos al Mariscal jefe de la cohetería soviética que a Cuba no le interesaba aparecer como emplazamiento de cohetes de la URSS, dada su aspiración a ser ejemplo para los demás países de América Latina en la lucha por la independencia de nuestros pueblos. Pero a pesar de eso el Mariscal jefe de tales armas, una persona excelente, insistía en la necesidad de contar con algún arma que persuadiera a los agresores. Al insistir él en el tema, le expresé que si a ellos les parecía una necesidad imprescindible para la defensa del socialismo, se trataba ya de otra cosa, porque éramos por encima de todo revolucionarios. Le pedí dos horas para que la Dirección de nuestra Revolución tomara una decisión.
Jruschov se había portado con Cuba a gran altura. Cuando Estados Unidos suspendió totalmente la cuota azucarera y bloqueó nuestro comercio, él decidió comprar lo que dejara de adquirir ese país, y a los mismos precios; cuando meses después aquel país nos suspendió las cuotas de petróleo, la URSS nos suministró las necesidades de ese vital producto sin lo cual nuestra economía sufriría un gran colapso: una lucha a muerte se habría impuesto, ya que Cuba jamás se rendiría. Los combates habrían sido muy sangrientos, tanto para los agresores como para nosotros. Habíamos acumulado más de 300 mil armas, incluyendo las 100 mil que le ocupamos a la tiranía batistiana.
El líder soviético había acumulado gran prestigio. A raíz de la ocupación del Canal de Suez por Francia e Inglaterra, las dos potencias que eran propietarias del canal, con el apoyo de fuerzas israelitas, atacaron y ocuparon aquella vía. Jruschov advirtió que usaría sus armas nucleares contra los agresores franceses y británicos que ocuparon ese punto. Estados Unidos, bajo la dirección de Eisenhower, no estaba dispuesto en ese momento a involucrarse en una guerra. Recuerdo una frase de Jruschov por aquellos días: “nuestros cohetes pueden darle a una mosca en el aire”.
No mucho tiempo después, el mundo se vio envuelto en un gravísimo peligro de guerra. Desgraciadamente fue el más grave que se ha conocido. Jruschov no era un líder cualquiera, durante la Gran Guerra Patria se había destacado como Comisario Jefe de la defensa de Stalingrado, actual Volgogrado, en la batalla más dura que se ha librado en el mundo con la participación de 4 millones de hombres. Los nazis perdieron más de medio millón de soldados. La Crisis de Octubre en Cuba le costó el cargo. En 1964, fue sustituido por Leonid Brezhnev.
Se suponía que, aunque a un precio alto, Estados Unidos cumpliría su compromiso de no invadir Cuba. Brezhnev desarrolló excelentes relaciones con nuestro país, nos visitó el 28 de enero de 1974, desarrolló el poderío militar de la Unión Soviética, entrenó en la escuela militar de su gran país a muchos oficiales de nuestras Fuerzas Armadas, continuó el suministro gratuito de armamento militar a nuestro país, promovió la construcción de una central electronuclear de enfriamiento por agua, en la que se aplicaban las máximas medidas de seguridad y le dio apoyo a los objetivos económicos de nuestro país.
A su muerte, el 10 de noviembre de 1982, le sucedió Yuri Andrópov, director de la KGB, quien presidió los funerales de Brezhnev y tomó posesión como Presidente de la URSS. Este era un hombre serio, así lo aprecio, y también muy franco.
Nos dijo que si éramos atacados por Estados Unidos deberíamos luchar solos. Le preguntamos si podían suministrarnos las armas gratuitamente como hasta ese momento. Respondió que sí. Le comunicamos entonces: “no se preocupe, envíenos las armas que de los invasores nos ocupamos nosotros”.
Sobre este tema solo un mínimo de compañeros estuvimos informados ya que era muy peligroso que el enemigo dispusiera de esta información.
Decidimos solicitar a otros amigos las armas suficientes para contar con un millón de combatientes cubanos. El compañero Kim II Sung, un veterano e intachable combatiente, nos envió 100 mil fusiles AK y su correspondiente parque sin cobrar un centavo.
¿Qué contribuyó a desatar la crisis? Jruschov había percibido la clara intención de Kennedy de invadir a Cuba tan pronto estuvieran preparadas las condiciones políticas y diplomáticas, especialmente después de la aplastante derrota de la invasión mercenaria de Bahía de Cochinos, escoltada por buques de asalto de la Infantería de Marina y un portaaviones yankis. Los mercenarios controlaban el espacio aéreo con más de 40 aviones entre bombarderos B-26, aviones de transporte aéreo y otros de apoyo. Un ataque sorpresivo previo, a la principal base aérea, no encontró nuestros aviones alineados, sino desperdigados en diversos puntos, los que podían moverse y los que carecían de piezas. Apenas afectaron algunos. El día de la invasión traicionera nuestras naves estaban en el aire antes del amanecer en dirección a Playa Girón. Digamos solo que un honesto escritor norteamericano describió aquello como un desastre. Baste decir que al final de aquella aventura solo dos o tres de los expedicionarios pudieron regresar a Miami.
La invasión programada por las fuerzas armadas de Estados Unidos contra la isla habría sufrido grandes bajas, muy superiores a los 50 mil soldados que perdieron en Vietnam. No tenían entonces las experiencias que adquirieron más tarde.
Se recordará que el 28 de octubre de 1962 yo declaré que no estaba de acuerdo con la decisión inconsulta e ignorada por Cuba de que la URSS retiraría sus proyectiles estratégicos, para los cuales se estaban preparando las rampas de lanzamiento que serían un total de 42. Al líder soviético le expliqué que ese paso no había sido consultado con nosotros, requisito esencial de nuestros acuerdos. En una frase está la idea: “Usted puede convencerme de que estoy equivocado, pero no puede decirme que estoy equivocado sin convencerme”, y enumeré 5 Puntos que se mantenían intocables: Cese del Bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica que ejercen los Estados Unidos en todas partes del mundo contra nuestro país; cese de todas las actividades subversivas, lanzamiento y desembarco de armas y explosivos por aire y por mar, organización de invasiones mercenarias, filtración de espías y saboteadores, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de los Estados Unidos y de algunos países cómplices; cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde las bases existentes en Estados Unidos y Puerto Rico; cese de todas las violaciones de nuestro espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos; y la retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por los Estados Unidos.
Es harto conocido igualmente que el periodista francés Jean Daniel había entrevistado al presidente Kennedy después de la Crisis de Octubre; este le contó la experiencia muy dura que había vivido, y le había preguntado si yo realmente conocía el peligro de aquel momento. Le pidió al reportero francés que viajase a La Habana, hablara conmigo y esclareciese esa interrogante.
Este viajó a La Habana y pidió la entrevista. Lo cité esa noche y le transmití que deseaba verlo y conversar con él sobre el tema, y le sugerí conversar en Varadero. Llegamos al lugar y lo invité a almorzar. Era el mediodía. Puse un radio y en ese instante un despacho glacial informa que el Presidente había sido asesinado en Dallas.
Prácticamente ya no había de qué hablar. Yo, desde luego, le pedí que me hablara de su conversación con Kennedy; él estaba realmente impresionado con su contacto. Me dijo que Kennedy era una máquina de pensar, estaba realmente traumatizado. No volví a verlo. Por mi parte investigué lo que pude, o más bien supuse lo que pasó ese día. Fue rara la conducta de Lee Harvey Oswald. Supe que este había tratado de visitar Cuba no mucho tiempo antes del asesinato de Kennedy, y se supone que disparó con un rifle semiautomático de mira telescópica contra un blanco en movimiento. De sobra conozco el empleo de esa arma. La mirilla, cuando se hace un disparo, se mueve y el blanco se pierde un instante; lo que no ocurre con otro tipo de sistema de puntería de cualquier fusil. La telescópica, de varios poderes, es muy precisa si el arma se apoya, pero estorba cuando se hace con un objetivo en movimiento. Se dice que fueron dos los disparos mortales consecutivos en fracción de segundos. La presencia de un lumpen conocido por su oficio, que mata a Oswald nada menos que en una estación de policía, conmovido por el dolor que estaría sufriendo la esposa de Kennedy, parece una cínica broma.
Johnson, un buen magnate petrolero, no perdió un minuto en tomar el avión en dirección a Washington. No quiero hacer imputaciones; es asunto de ellos, pero se trata de que en los planes estaba involucrar a Cuba en el asesinato de Kennedy. Más tarde, transcurridos los años, me visitó el hijo del Presidente asesinado y cenó conmigo. Era un joven lleno de vida que le gustaba escribir. Poco tiempo después, viajando en noche tempestuosa hacia una isla vacacional en un sencillo avión, al parecer no encontraron la meta y se habían estrellado. También conocí en Caracas a la esposa y los hijos pequeños de Robert Kennedy, quien fue fiscal, y negociador con el enviado de Jruschov y había sido asesinado. Así marchaba desde entonces el mundo.
Muy próximo ya a terminar este relato, que coincide con el 13 de agosto, 87 aniversario de su autor, ruego se me excuse de cualquier imprecisión. No he tenido tiempo de consultar documentos.
Los despachos cablegráficos casi diariamente hablan de preocupantes temas que se acumulan en el horizonte mundial.
Noam Chomsky, según el sitio Web del canal de televisión Rusia Today, expresó: “La política de Estados Unidos está diseñada para que aumente el terror”.
“Según el prestigioso filósofo, la política de EE.UU. está diseñada de manera que aumenta el terror entre la población. ‘EE.UU. está llevando a cabo la campaña terrorista internacional más impresionante jamás vista […], la de los drones y la campaña de las fuerzas especiales’…”
“La campaña de drones está creando potenciales terroristas.”
“A su juicio, es absolutamente asombroso que el país norteamericano lleve a cabo por un lado una campaña de terror masivo, que pueda generar potenciales terroristas en contra de uno mismo, y por otro proclame que es absolutamente necesario contar con vigilancia masiva para proteger contra el terrorismo.”
“Según Chomsky, existen numerosos casos similares. Uno de los más llamativos, en su opinión, es el de Luis Posada Carriles, acusado por Venezuela de la participación en un atentado contra un avión en el que murieron 73 personas.”
Hoy guardo un especial recuerdo del mejor amigo que tuve en mis años de político activo —quien muy humilde y pobre se fraguó en el Ejército Bolivariano de Venezuela—, Hugo Chávez Frías.
Entre los muchos libros que he leído, impregnados de su lenguaje poético y descriptivo, hay uno que destila su rica cultura y su capacidad de expresar en términos rigurosos su inteligencia y sus simpatías a través de las más de dos mil preguntas formuladas por el periodista, también francés, Ignacio Ramonet.
El 26 de Julio de este año, cuando visitó a Santiago de Cuba con motivo del 60 aniversario del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos M. de Céspedes, me dedicó su último libro: Hugo Chávez Mi Primera Vida.
Experimenté el sano orgullo de haber contribuido a la elaboración de esa obra, porque Ramonet me sometió a ese cuestionario implacable, que pese a todo sirvió para entrenar al autor en esa materia.
Lo peor es que no había concluido mi tarea como dirigente cuando le prometí revisarlo.
El 26 de julio de 2006 enfermé gravemente. Apenas comprendí que sería definitivo no vacilé un segundo en proclamar el día 31 que cesaba en mis cargos como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y propuse que el compañero designado para ejercer esa tarea procediera de inmediato a ocuparlo.
Me restaba concluir la revisión prometida de Cien horas con Fidel. Estaba acostado, temía perder el conocimiento mientras dictaba y a veces me quedaba dormido. No obstante, día por día respondía a las endiabladas preguntas que me parecían interminablemente largas; pero persistí hasta que terminé.
Estaba lejos de imaginar que mi vida se prolongaría otros siete años más. Solo así tuve el privilegio de leer y estudiar muchas cosas que debí aprender antes. Pienso que los nuevos descubrimientos nos han sorprendido a todos.
De Hugo Chávez faltaron muchas preguntas por responder, desde el momento más importante de su existencia, cuando tomó posesión de su cargo como Presidente de la República de Venezuela. No existe una sola pregunta que responder en los más brillantes momentos de su vida. Los que lo conocieron bien saben la prioridad que daba a esos desafíos ideológicos. Hombre de acción e ideas lo sorprendió un tipo de enfermedad sumamente agresiva que le hizo sufrir bastante, pero enfrentó con gran dignidad y con profundo dolor para familiares y amigos cercanos que tanto amó. Bolívar fue su maestro y el guía que orientó sus pasos en la vida. Ambos reunieron la grandeza suficiente para ocupar un lugar de honor en la historia humana.
Todos esperamos ahora Hugo Chávez Mi Segunda Vida. Sin él, la más auténtica de las historias nadie podría escribirla mejor.
Fidel Castro Ruz
A 60 años del asalto al Cuartel Moncada, hecho que marcó el inicio de la revolución cubana, invitamos a todas las y los mexicanos dignos a marchar para conmemorar este suceso que marcaría el principio del proceso revolucionario cubano, el cual, sin lugar a dudas, ha sido un ejemplo para todos los pueblos del mundo que aspiran a construir una sociedad justa en donde la vida y el bienestar social es lo primordial.
El 26 de julio de 1953 inició el proceso revolucionario cubano mismo que a lo largo del tiempo hademostrado su fuerza en la moral de lucha y en el valor en el combate en la construcción de una sociedad encaminada hacía la justicia y la libertad, a pesar de todos los embates a los que se ha tenido que enfrentar.
Una vez más saldremos a las calles a demostrar el amor y admiración que sentimos por el pueblo cubano y su proceso revolucionario, resaltando nuestra solidaridad inquebrantable al ser un país permanentemente agredido por el gobierno de los Estados Unidos, que mantiene un bloqueo económico, financiero, comercial en contra de la isla desde hace más de 50 años el cual ha causado pérdidas humanas e incalculables daños materiales, además de ser el responsable de guerras bacteriológicas y campañas de desestabilización que han afectado directamente al pueblo cubano, por lo que demandaremos al gobierno estadounidense su cese inmediato.
De igual forma en esta marcha exigiremos la libertad inmediata de los héroes cubanos presos injustamente en Estados Unidos desde hace más de 15 años, quienes además de cumplir con condenas absurdas, sufren permanentemente hostigamiento y les son violados sus derechos humanos.
Una vez más el pueblo de México hace manifiesta su solidaridad con la revolución cubana, la cual día a día demuestra su fortaleza, haciendo valer uno de los ejemplos más importantes del pueblo cubano: hacer de la solidaridad una acción permanente en nuestra vida cotidiana.